miércoles, 14 de febrero de 2018

La flor negra






































No sé si existe el mito de la flor negra
o si se puede seguir esperando en medio del dolor de los años
que punzan en sus diálogos con nuestra carne,
esperando el amor en una de esas infinitas olas
que viajan llenas de calor a  través del mar del aire,
si el rompeolas de nuestra frente no dejara una resaca de locura,
mientras la espuma espera con burbujas que tiran con fuerza de nuestros ojos,
arrancándolos poco a poco de las órbitas de corduras
que los unen temporalmente a nuestro cuerpo.
Pero el poder de esa agua emotiva puede escupirlos hacia fuera o hacia dentro.
Yo los analizo cuando caen entre mis dedos, en los descansos que no existen,
y analizo las sonrisas y los gestos de la imprevisible mujer del exterior.
Su piel morena podría dejar pasar mi mano como el humo si intentara tocarla,
y sus ojos oscuros podrían reflejar mi tristeza si quisiera besarme.
En medio de todo siempre la espera, con sus campos incoloros.

¿Existe la flor negra?
La semilla tendría entonces una textura de resignación y odio,
con la simetría del prisma de un túnel.
Plantada en el centro del corazón,
las raíces crecerían como un nido de ciempiés que teje su red hacia el cerebro
en una torre de Babel temblorosa y celosa del mundo,
de un mundo que no llega, distinto de un mundo cierto.
La cabeza se ahueca con dinteles pulidos por la decadencia de las fantasías,
la ilusión y la alegría el aire negro
que pasa por las arcadas de una inmensa ciudad laberinto
abovedada con los huesos de los cadáveres que dejaron escapar del amor.
El esqueleto pugna dentro de la mano que quiero tocar,
pero aún está recubierto por una piel de melocotón que no sabe si mirarme.
Yo sigo con mi trabajo y con mis pasos; no sé si contarlos.
Mis pies siempre intentan acercarse y mis ojos siempre intentan hacer amigos.
En medio del humo siempre hay formas,
y siempre quiero que cobren forma al mismo tiempo que nace mi sonrisa,
como un espejo, o como un marco que me encuadre su vida.


Foto:
-Fotografía de Senka Mušić de su serie Traditional Balkan Witchkraft




 

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