viernes, 26 de diciembre de 2014

Sabbath Konsum
































Un enorme oso de peluche ahorcado preludia la llegada de Satán Claus.
La muchacha anoréxica escogió un buen día para morir.
Desfiles de zombies enfundados en abrigos
en medio de una nieve de cuchillas y de bombas en ciudades árabes.
Todos se dirigen a la Gran Pirámide,
pululando por sus entrañas y comprando exvotos de Mattel para el metálico Faraón.
En sus mastabas privadas prosiguen su culto a la muerte,
rituales donde se comen la carne de hambrientos niños muertos.
Cadáveres,
Cadáveres,
rostros que carecen de faz operando con una cirugía caníbal,
premeditada, controlada, mayoritaria.
Peinan las calles negras en manadas,
justificando su abulia con luces sacadas de masacres de luciérnagas.
Para iluminar la ciudad de betún
ejecutaron a guillotina a todas las hadas que quedaban,
cortando sus vísceras de luz para que entraran en el festín de la carne.
Babas, vómitos, respiración,
todo se confunde en sus orgías de gula,
mientras ofrecen libaciones de mierda al ídolo Satán Claus.
Idolatría navideña,
concierto de hipocresía,
legiones de vampiros entre la niebla civilizada
cosen las tripas de la ciudad para devorarlas.
Tiroteos en los orfelinatos,
inmolaciones en las multisalas de cine,
torturas en las comidas de empresas,
niños que se comen su propio cerebro en un plato servido por sus padres.
Sangre,
sangre,
el gordo cabrón de rojo y blanco cortando ilusión con su cuchillo de carnicero,
abriéndose paso por los tejados con su automática solidaria,
observando a sus acólitos desde la cima,
meándoles azufre sin parar hasta que todo se inunda.
Las alcantarillas se confunden con las calles
y las ratas y las gentes se muerden unos a otros,
su sangre y vísceras adornan y dan color a las avenidas
mientras los guardianes oscuros pasan de la vigilancia a la acción,
creando un huracán de golpes,
una tormenta de disparos en pleno centro de la ciudad,
replegando y domesticando a los ciudadanos,
dejando que la masa negra hable,
coma, devore, mate
y sea consecuente.
Todos se revuelven entre litros de pulpa negra,
botas, zapatos, abrigos, uniformes,
juguetes y regalos manchados de bilis negra
y los edificios formando las paredes de una enorme caja de hormigón y acero
que contiene a la matanza.
Todos juntos,
aplastados…
Es Navidad,
pero los disparos calientan más que los fuegos del hogar.
Las calles son ahora potaje de vísceras.
Y ahora nace el cerdo,
sacrificado por su santa madre
que le acuchilla con todo su amor:
un pequeño cuerpecito lleno de agujeros
es la excusa para todo este canibalismo.
Pero sólo sobrevive el pequeño de cuerpo cubierto de espinas
y sus ojos crueles y su boca sanguinolenta
señalan la hora del comienzo del culto sangriento mundial.
Las ametralladoras son el villancico que acompañará
los sabbats negros de todas las familias bienpensantes.
Noche de sangre,
noche de cadáveres.
Dormid, pequeños míos,
Satán Claus ya viene.
Dormid, pequeños míos,
dormid para luego morir.
Vuestros buenos deseos y vuestra sangre darán color a su traje.
Él planta la semilla de muérdago en vuestro interior
que al crecer os cortará la piel desde dentro
inundando las cuatro paredes de vuestra habitación
de trozos de humanidad podrida.

Safe Creative #1412262839769




Foto:
-Won't take my eyes of the ball again
poster de Jermaine Rogers para el grupo musical Radiohead