Imágenes selentes de retorcida salubridad.
Cientos de jinetes animados con
certeras lanzas de odios,
iras, pasiones y muertes.
El sabor de tu carne masticándose
en mi boca…
Y siempre, una y otra vez,
los horrendos martillos que
estrechan la alambrada.
Todos quieren que mires mi rapado
cerebro
y sepas ser un salvaje,
un viajero psicótico,
muriéndose filtrado a través de una
jungla de neuronas.
Todos esos monstruos te incitan
hacia mi universo.
Cerco de irracionalidad.
Abismo. Espejo.
DENTRO
Acariciando las mejillas de todos
tus pensamientos infantiles
sabrás sentir el afilado roce del
vello púbico de mi locura.
Penétrame, métete en mi vagina y te
rasgaré toda la carne.
Morirás ahogado por la sangre de
todo el universo
que implorará en tus narices desde
todos los espacios.
En este juego lo que cuenta es
llevar ropa negra
y enseñar esternones vivos a los
niños ciegos.
Somos mensajeros con pelo de caos
y en nuestra negrura sabrán lo que
subastan los demonios.
Tendones, saliva y vómitos,
autopistas encendidas con
mantequilla
y agujeros negros, muchos agujeros
negros
… y labios, llenos de mujeres.
Rasga el aire, amigo mío,
acompáñame y vete de mi vista.
ADELANTE
Foto:
-End credits, de Erlend Mork